En tiempos de Séneca los retóricos ocupaban su tiempo en discutir por el placer de discutir, buscando argumentos y defendiéndolos con elocuencia y brillantez. Pero se quedaban cortos: no buscaban la verdad, se quedaban en la discusión.
El filósofo cordobés Séneca sostenía que había que educar para la vida. Es célebre su frase: «Aprendemos para la vida y no para la escuela». Proponía que la enseñanza y la educación tuvieran un fin práctico. Por una parte formar profesionales que aprendieran a trabajar de forma competente en un oficio y por otra parte, formas ciudadanos que aprendieran a convivir participando con provecho en la vida social.
Séneca también propone un cambio de método. No interesa tanto llenar la cabeza de muchos conocimientos sino formarla con equilibrio, orden y prudencia, conforme a la virtud.
Para el filósofo de Córdoba vivir conforme a la virtud tiene tres características: vivir la coherencia, que consiste en la unidad entre el pensamientos y la conducta; vivir con autenticidad o fidelidad consigo mismo y con la propia vocación; y por último, vivir para la solidaridad en la vida social.
Séneca nos propone seis medios para conseguir su ideal:
1.- El buen ejemplo de los educadores, tanto de los padres como de los profesores. Decía: «Largo es el camino de los preceptos, pero breve y eficaz el de los ejemplos».
2.- Reducir las necesidades del cuerpo, viviendo la sobriedad y la austeridad de costumbres.
3.- Poner orden en la propia vida. «Es grave mal para el cuerpo, y frecuentemente para el alma, hacer del día noche y contra toda razón natural, convertir la noche en día».
4.- Seleccionar las lecturas. «La muchedumbre de libros carga y no enseña, y así te será más seguro entregarte a pocos autores que errar siguiendo a muchos».
5.- Tener buenos amigos. «Busca a aquellos que puedan hacerte mejor y recibe también a quienes puedes tú mejorar. Esto es recíproco, los hombres aprenden cuando enseñan».
6.- Fomentar la exigencia personal para formar el carácter. «La educación austera robustece el ánimo y la hace capaz de grandes empresas».
Arturo Ramo García.
Inspector de Educación
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